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Salimos de Pamplona a la tarde, después del trabajo y dormimos en ruta en una de las estupendas áreas de descanso de la autopista francesa. A pesar de ser 31 de julio encontramos varias plazas para caravanas libres y pasamos la noche junto con otros compañeros caravaneros y autocaravaneros. Las áreas francesas tienen baños, lavabos, fregaderos... mejor que muchos campings. Madrugamos, seguimos viaje y poco después de mediodía llegamos a nuestro primer destino: el camping la Bretèche.
La Bretèche es un camping familiar que gestiona una organización local. El camping está muy bien gestionado y nos informaron al llegar a recepción de todas las actividades que organizan y de las normas del camping, especialmente estrictas en el tema del reciclaje de la basura.
Las parcelas son amplias y sombreadas y también disponen de bungalows de diferentes tipos, aunque la mayoría de familias francesas que vimos allí iban con su tienda de campaña. Junto al camping hay un pequeño lago y el pueblo se encuentra a 5 minutos a pie. Además por estar alojado en el camping tendréis acceso gratuito a la piscina municipal que está justo en la puerta (con el agua climatizada, que siempre se agradece). Los baños principales, de piedra, estaban cuidados y limpios y, además, cerca de la parcela teníamos otros baños auxiliares que aunque eran más pequeños y un poco escasos para tanta gente, nos venían bien.
Además el camping cuenta con un restaurante con salida al lago, una zona de información turística y cada día a primera hora viene a la puerta un panadero artesano. No dejéis de probar el pan a la ancienne, los croissants recién hechos y el brioche artesano. Una vez por semana se organiza una feria de productores locales, una buena oportunidad para las compras.
Los amigos de la Bretèche organiza otras actividades. Nosotros tuvimos la suerte de participar en una noche astronómica con grandes telescopios en la que nos enseñaron a distinguir la estación espacial a simple vista y pudimos admirar saturno desde uno de esos enormes telescopios. ¡Toda una experiencia! Al día siguiente de marcharnos organizaban una noche de mejillones con patatas ¡cachis, que pena!
La Vendée es una bonita región francesa, aunque menos conocida que su vecina del norte, Bretaña. Pero, sin ninguna duda, la atracción principal de la zona es el Parque Puy du Fou, del que ya os hablamos hace poco en el blog. La mayoría de la gente pasa un par de días en el camping para ver el parque y se marcha, pero la verdad es que merece la pena una visita más reposada porque la zona y el camping lo valen.
Tras unos días de aventura histórica en la Vendée, salimos de nuevo en ruta para llegar a la costa bretona, al coqueto puerto de Pornic. Justo en la frontera entre una región y la otra, en la desembocadura del Loira. Esta es una zona mucho más turística y tenéis muchos campings por todos los lados. Nosotros decidimos alojarnos en un Yelloh Village, que siempre es una garantía y, además, nos suma puntos en la tarjeta de fidelidad.
El camping La Chenaie está situado a las afueras de Pornic, muy cerca de los centros comerciales, aunque para ir andando al pueblo está un poco alejado. En este camping encontraréis todos los servicios típicos de los Yelloh: piscinas, spa, restaurante, animación nocturna... y las parcelas son amplias.
A pesar de que el camping estaba completo (era a primeros de agosto) no sentimos agobio. No es muy grande y, por suerte, habíamos reservado con tiempo. En recepción fueron muy amables y nos explicaron lo que necesitábamos saber sobre el camping. El ambiente entre los campistas también era muy bueno. Los baños estaban bien cuidados y limpios aunque cuando cerraba la piscina se montaba un poco de lío.
Allí descubrimos que tenían una pequeña granja que les encantaba a los más pequeños, unas estupendas piscinas con toboganes, actividades de kayak en un canal cercano, feria de productos locales, animación nocturna (muy a la francesa) y un buen restaurante que estaba siempre lleno. Además el propio restaurante organizaba cenas temáticas para llevar. Un día mejillones, otro día paella... con mucho éxito. Nosotros somos más de barbacoa y tuvimos ocasión de probar el mejor chuletón de nuestra vida, comprado en un supermercado cercano ¡De lujo!
En Pornic aprovechamos para descansar, reponer fuerzas y pasear por el puerto aprovechando un carnaval que se celebraba. Merece la pena un paseo por el puerto, con sus animadas tiendas y terrazas. Y probar un helado de regaliz, riquísimo. También vivimos la aventura de un safari en el corazón de Francia, como si estuviéramos en plena sabana africana. El Planéte Sauvage es muy recomendable si viajáis con niños o si siempre habéis querido hacer un safari, pero no os llega el presupuesto.
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Planete Sauvage. Un safari en el corazón de Francia |
Muy cerca de Pornic está la localidad de Saint Nazaire donde tiene su sede Airbus (organizan visitas guiadas) pero también es una conocida base de submarinos francesa. Puedes visitar un submarino por dentro e incluso un antiguo trasatlántico como si fueras a embarcar en él hace un siglo. Unas visitas muy interesantes que se nos quedaron pendientes, como escaparnos al Mont Saint Michel. Pero... Siempre hay que dejar algo para otra escapada caravanera.
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