El lago Bohinj no es tan conocido como el lago Bled, sin
embargo, ya nos advirtieron que sería éste el que nos gustara de verdad, y así
fue.
La carretera que lleva al lago Bohinj desde el lago Bled
discurre entre bonitos pueblos con
verdes prados con su típica construcción para almacenar heno y las no menos
impresionantes montañas.
Dan ganas de parar en cada uno de ellos, habida cuenta que
nos encontramos con un par de áreas para autocaravanas y un camping, pero en
nuestras cabezas está la de dormir si es posible a orillas del lago Bohinj.
Poco a poco la carretera se va estrechando aunque al ver el
autobús de línea nos relajamos, si él llega hasta el lago Bohinj nosotros
también.
Y así es, la carretera discurre por su orilla, serpenteando
y esquivando el arbolado de sus orillas, la autocaravana no tiene ventanas
suficientes para admirar el espectáculo ante nosotros, un magnífico lago de
origen glaciar entre las murallas naturales de los Alpes Julianos y el Parque Nacional de Triglav en su otra vertiente. Ya la vimos por el otro lado en la etapa del paso de Vrisic y nuestra estancia de aventura en Bovec.
Nos encontramos con un camping al final del lago, el KampZlatorog, con el cartel de “full”. Es un hachazo a nuestra moral, pero allí mismo
hay un parking de pago (no barato precisamente) y decidimos aparcar para subir en el teleférico de Vogel y tomar decisiones de cara a la noche, ya que está prohibido dormir fuera de campings o áreas autorizadas en Eslovenia. .
Son las 11 de la
mañana, tenemos tiempo para hacer una excursión por la zona antes de comer allí
mismo y se nos ocurre pensar que a lo mejor al mediodía podemos tener un hueco
en este camping si hay salidas de recepción.
Mochila en mano, agua para todos, nos dirigimos hacia un
letrero que anuncia un teleférico que da acceso a las cimas que nos rodean y
que en invierno es una estación de esquí.
La experiencia es abrumadora, subes de la nada a las alturas
en una cabina no apta para cardiacos, y en la cima el Vogel Ski Center, con su
hotelito de madera y su cafetería restaurante. Pero no hemos llegado tan alto
para tomar un café, inmediatamente nos ponemos en camino hacia el monte Vogel, ubicado
en el parque nacional de Triglav.
Sobra decirlo pero, las vistas desde allí, superan a lo
descrito con palabras, el lago al fondo en el valle, asemeja un
espejo que refleja todas las cumbres que le rodean, aquí hace fresco aunque el
sol atenúa la sensación térmica. Imaginamos cómo debe ser todo este paisaje nevado cuando la estación está abierta en invierno. En verano es totalmente diferente, pero igualmente encantador.
Encontramos varios letreros que invitan al visitante a
caminar por rutas señaladas según dificultad, nos decidimos por el sendero de los pastores queseros y tras comprar un par de muestras de queso local, iniciamos la caminata.
De repente y en un lugar recóndito escuchamos voces cuyo acento y
pronunciación indican que son españoles, increíble, intercambiamos unas
palabras acerca de la orientación de nuestras rutas, son dos chicas españolas
que quieren hacer cima en el monte Vogel, nosotros no vamos tan equipados y
haremos un trekking sencillo para toda la familia.
Como curiosidad al viajero que acceda a éstas cumbres, hay
un juego de tirolinas que cortarían el hipo al más valiente. También pueden realizarse rutas de BTT e incluso ascender al punto más alto de la estación con el telesilla.
Descendemos en el teleférico rodeados de eslovenos, altos y
orgullosos del paisaje, su país, se nota que lo cuidan y protegen, no es la
primera vez que nos encontramos con éste sentimiento.
Justo antes de preparar la comida decidimos ir a recepción
del Kamp Zlatorog por si acaso hubiera sitio, y siiiii, bingo, nos comenta que
podemos entrar.
Dejamos la comida para después y arrancamos la autocaravana,
buscamos un sitio sombreado, lo cual no es difícil, y la orilla del lago a
escasos 20 metros
de nosotros, somos felices, el peque de la familia quiere salir corriendo a la
orilla.
Para que os hagáis una idea, el camping es una zona de monte
tal cual, sin nivelar ni parcelar, entre pinos, hayas y demás arbustos de la
orilla del lago, es lo más parecido que se puede tener hoy a lo que era el campismo libre de hace años. Eso sí, con buenos servicios, restaurante y actividades. Los chicos de recepción, un 10 en amabilidad y colaboración.
Los campistas van desde alemanes con sus imponentes motos BMW y su
tienda Quechua, a los típicos mochileros incansables y sus tiendas con las
formas más variadas posibles, todoterrenos con maggiolinas, campers vw T1, T2,
T3….mercedes marco polo, o monovolumen con una tienda overland sobre el techo, conforman
el paisaje de vehículos, todo un desfile del automóvil campista.
Y lo mejor, un embarcadero con varias barcas, canoas y kayaks para
alquilar al módico precio de 9 euros la hora. Un barquito realiza un paseo a los visitantes por todo el
lago por unos 14€.
A éste lugar no ha llegado la masificación, se nota, es un
lugar para disfrutar de la naturaleza.
Tras la comida con nuestras nuevas vistas decidimos dar un
paseo por el camping que está tan integrado en el lago que ni siquiera le hace
falta vallas ni barreras.
Una serie de montañas cierran el circo que rodean el lago
nos llama la atención y seguimos caminando por el valle hacia donde se supone
se cierran las montañas, de repente unas notas musicales nos reciben y nos
guían hasta un restaurante con encanto donde una artista local está dando un
concierto. El momento es indescriptible, el río que alimenta el lago pasa por
allí mismo y podemos ver varias truchas en sus aguas verdes turquesas.
De vuelta al camping descubrimos un curioso sendero guiado por paneles en el extremo del lago. Cada punto tiene un animal o un duende y una leyenda. Hay que seguir las pistas para encontrar juegos y unas pequeñas casetas de enanitos que contienen un sello con el personaje de cada punto. Conseguimos los dos primeros pero empieza a hacerse de noche. Al final de nuestra estancia logramos reunir todos los sellos, conocimos muchas leyendas eslovenas, nos divertimos jugando y buscando pistas y disfrutamos del cuidado sendero y el paisaje que lo rodea. Una actividad de 10 si vais con niños. Lo que más nos sorprendió es el respeto. No faltaba ni un sello y nadie se llevaba nada de lo que había en los juegos. Da pena tener la sensación de que en España eso no pasaría.
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El río turquesa acompaña nuestro sendero |
De vuelta al camping descubrimos un curioso sendero guiado por paneles en el extremo del lago. Cada punto tiene un animal o un duende y una leyenda. Hay que seguir las pistas para encontrar juegos y unas pequeñas casetas de enanitos que contienen un sello con el personaje de cada punto. Conseguimos los dos primeros pero empieza a hacerse de noche. Al final de nuestra estancia logramos reunir todos los sellos, conocimos muchas leyendas eslovenas, nos divertimos jugando y buscando pistas y disfrutamos del cuidado sendero y el paisaje que lo rodea. Una actividad de 10 si vais con niños. Lo que más nos sorprendió es el respeto. No faltaba ni un sello y nadie se llevaba nada de lo que había en los juegos. Da pena tener la sensación de que en España eso no pasaría.
Amanece, no hay prisa por desayunar, desde la ventanita de
la autocaravana puedo ver como ya hay personas que están de vuelta de su treking
y que otros están ya con el kayak. En Slovenia se madruga y se hace deporte,
así que imbuidos de éste espíritu, desayunamos y nos dirigimos al embarcadero a
alquilar una canoa para tres.
Somos novatos en esto del remar, pero nos divertimos como
nunca dándonos órdenes unos a otros, (y de paso algún que otro enfado), pero al
poco estamos ya en el centro del lago y nos fijamos objetivo llegar a la otra
orilla, increíble que las truchas saltan a nuestro alrededor.
Al final y tras aproar en varios lugares idílicos, un bañito para la más valiente y volvemos
al camping, tenemos hambre!
Nos damos cuenta que muchos jóvenes y no tan jóvenes se
dirigen a recepción constantemente, los móviles también necesitan ser
recargados y también guardan allí la comida a los que vienen en tiendas sin nevera!!
El lugar es tan mágico que decidimos quedarnos un día más,
tenemos que coger otra vez la canoa nos dice el peque!
A la mañana siguiente, bien temprano, nos ponemos calzado adecuado e
iniciamos la ruta de ascenso a la cascada Savica, ó en Esloveno, Slap Savica.
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Las casas y los senderos del parque de Triglav son de cuento |
El paisaje está salpicado con casitas de madera que parecen
de cuentos de Heidi, con verdes prados,
atravesamos varios torrentes y el ascenso no tarda en hacerse notar, miramos
hacia atrás y podemos admirar el camping a orillas del lago rodeado por un
circo de montañas. Al llegar a la entrada de la cascada, hay un gran parking y aprendemos algo indispensable: ¡Nunca salgas sin dinero, ni cuando vayas al monte! Como íbamos de senderismo ni se nos ocurrió coger la cartera y el parque natural de la cascada tiene una taquilla de entrada y un precio de 3 por persona aunque vayas a pie. Así que ya tenemos excusa para volver a Eslovenia. ¡¡¡Tenemos que llegar a la cascada Savica!!!
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